Contra la lengua dominante
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Contra la lengua dominante
Apuntes para pensar el uso del lenguaje inclusivo
Todo el mundo se ocupa del lenguaje, como recuerda Cristina Pippolo, una de nuestras autoras en su artículo La razón de lo posible y el afán de lo imposible. Desde hace unos años, la lucha del lenguaje inclusivo arribó a las prácticas lingüísticas de docentes y estudiantes, atravesando y desconfigurando a su paso paradigmas sociopolíticos y culturales. Para pensar otros modos de aproximarnos a este tema, compartimos algunos de los disparadores que inevitablemente nos invitarán a reflexionar.
Las lenguas no cambian por voluntad política
Las lenguas cambian —y vaya si lo sabemos— por el consenso social del que largamente los pensadores del siglo XX, revolucionarios, lúcidos, docentes. Los cambios se estratifican sin que seamos conscientes del movimiento interno que conllevan las lenguas, y no hay imposición ni estigma que consiga detenerlos, regularlos, socavarlos, tal como explica Pippolo en su artículo.
No es necesario, en fin, recordar que las lenguas se mandan solas. Todos nos debemos a la suprema honestidad de entender que las gramáticas no son la causa de la pobreza, ni de las desigualdades, ni de la ignorancia. Las palabras son la mejor reserva de la evolución histórica: nos dan la opción de no olvidarnos de nada.
Como afirma Estela Seisdedos en su artículo Perspectiva de género: Un camino para deshacer desigualdades, todas las personas que trabajamos en educación sabemos que el lenguaje es el elemento básico de la práctica educativa, no solo porque nos relacionamos a través de las palabras, sino porque es un instrumento de representación simbólica de la realidad a través del que construimos y transmitimos el conocimiento.
El lenguaje está en la base de todas las relaciones humanas y también de las educativas. Hasta tal punto es importante, que los alumnos hacen suyo el conocimiento cuando reconocen las palabras que lo designan, utilizándolas para interpretar, comunicar, expresar y crear nuevas realidades. Cuando el lenguaje no expresa y se esconde en el masculino pretendidamente universal y neutral, estamos ocultando la existencia de las mujeres (y otras disidencias) y su realidad.
Por eso, si aspiramos a que los estudiantes aprendan a vincularse de una manera más equitativa, y que la escuela sea motor de transformación cultural, es indispensable que seamos capaces de poner en cuestión los estereotipos en lugar de reproducirlos automáticamente. Para ello, se hace indispensable que los docentes intervengan desde una mirada de género que vea a la persona de manera integral en un abordaje transversal a su materia y a todos los aspectos de su práctica diaria.
Pero… ¿cuán dueño, dueña, dueñe se es de la propia lengua?
Tal como recoge el libro La lengua en disputa, Un debate sobre el lenguaje inclusivo, que registra el debate que llevaron adelante Beatriz Sarlo y Santiago Kalinowski, la relación que los hablantes/escribientes tenemos con la lengua es oscilante: por momentos somos dueños y en otros momentos la lengua nos gobierna. A veces somos conscientes, plenamente, del contenido semántico, sintáctico y gramatical de lo que estamos diciendo. Pero también es frecuente que seamos hablados por frases hechas, por nuestras propias equivocaciones y prejuicios.
Si bien la lucha del lenguaje inclusivo no es volverse gramática, es en ese terreno donde se vuelve más reconocible el cambio lingüístico acerca del sexismo que, indiscutiblemente, está codificado en la lengua. El lenguaje inclusivo es, desde este punto de vista, uno de los rasgos de la configuración discursiva de la lucha política por la igualdad en la sociedad.
El lenguaje «se puede considerar un instrumento para nombrar lo ya dado o una herramienta de construcción del mundo y de los actores», sostiene Björn Hammar.
Y en este mismo sentido procurar en el aula el análisis de los discursos «permite la reflexividad, al poder entender como construidos de un modo particular, significados que podrían pasar, de otro modo, por naturales». Nuestro desafío es articular las demandas de nuestros estudiantes con los procesos que los y nos interpelan, convocan y movilizan.
Referencias
Hammar, Björn (2005). «Teoría política, retórica y tropología». Revista Metapolítica (44), pp. 23-32.
Pippolo, Cristina. «La razón de lo posible y el afán de lo imposible». En Didáctica, Separata de Lengua, núm. 12, año 4. Montevideo: Didáctica.
Sarlo, Beatriz y Santiago Kalinowski (2019). La lengua en disputa. Un debate sobre el lenguaje inclusivo. Buenos Aires: Ediciones Godot.
Seisdedos, Estela (2019). «Perspectiva de género: Un camino para deshacer desigualdades». En Didáctica. Montevideo: Didáctica.