La educabilidad en los contextos de actualidad: ¿posibilidad, límite u horizonte?

La educabilidad en los contextos de actualidad: ¿posibilidad, límite u horizonte?

Fragmento del artículo de Estela Seisdedos para la revista Didáctica Ed. Media n.º 9

[...] ¿Cómo pensar la educabilidad en los contextos de la sociedad actual? La situación actual da lugar a preguntarnos por las posibilidades de educabilidad, cómo entenderla, qué condiciones requiere y cómo es posible en la complejidad de los contextos de nuestra sociedad. La pregunta por las posibilidades y limitaciones de nuestra acción educativa concreta es frecuente en el colectivo docente de los liceos. El plantearnos acerca de la educabilidad de adolescentes y jóvenes pone en relieve la multidimensionalidad de la educación.

La educabilidad En un sentido tradicional la educabilidad es la capacidad de los sujetos para aprender, se piensa a los sujetos en abstracto. Desde este concepto residirían exclusivamente en el alumno las causas de su fracaso escolar.

En Comenio (siglo xvi), la dificultad para aprender abre la sospecha por la capacidad del alumno. Lo interesante es notar cómo, en la obra de Comenio, se advertía sobre la naturaleza diversa de los alumnos (diversidad de talentos y voluntades) y se suponía que debía poder crearse un método para poder atender la diversidad de manera homogénea. El método debía abarcar a la inmensa variedad y mayoría de sujetos. Sin embargo, Comenio (el padre de la didáctica magna) parecía algo más optimista que muchos de nuestros contemporáneos. Entendía que el maestro debía generar las condiciones de educabilidad de los sujetos. Desde ya que existen abordajes contemporáneos. Coincidiendo con Ricardo Baquero (2006), encontramos tres maneras de plantear el problema de la educabilidad. La concepción clásica. Aborda la educabilidad como una capacidad individual de los sujetos para ser educados, como un atributo personal, una condición propia de las personas vinculada al desarrollo intelectual y con limitaciones en el caso de una dificultad. La perspectiva clásica pone el acento en la idea de déficit del sujeto relacionada con las dificultades de aprendizaje.

Evidentemente, desde esta perspectiva las dificultades se atribuyen al sujeto y no a lo educativo‑social. Considerar el contexto. Comprende a la educabilidad como el resultado de un proceso de socialización. Si bien se entiende como un atributo personal, se tienen en cuenta las condiciones de socialización que se desprenden del grupo familiar de pertenencia y del entorno social. «De ellas dependería la condición de un desarrollo cognitivo básico y la adquisición de un conjunto de aptitudes y predisposiciones como requisitos previos para el proceso educativo posterior» (López y Tedesco, 2002, p. 23). Siguiendo a dichos autores, es necesario un mínimo de condiciones sociales favorables para que las prácticas educativas resulten exitosas. La pregunta que se desprende es: ¿pueden las familias actuales generar situaciones favorables para el aprendizaje de niños y adolescentes? Efecto de la relación alumno‑escuela. Imposible de delimitar fuera de esta relación. Se trataría de un aspecto situacionalmente definido. Entra en juego lo individual, la interrelación con otros sujetos diversos, así como las características de la escuela. Desde esta perspectiva, la educabilidad no sería un atributo de las personas, sino de las situaciones. Finalmente, según Baquero, «[…] la educabilidad la entenderemos en principio como la delimitación de las condiciones, alcances y límites que posee potencialmente la acción educativa sobre sujetos definidos en situaciones definidas» (Baquero, 2006, p. 1). La educabilidad no es un atributo individual, sino una construcción social Reflexionar sobre la educabilidad de los sujetos y los aprendizajes posibles requiere no centrarnos solo sobre el sujeto, sino también abarcar las situaciones y los contextos en que se desarrollan las prácticas educativas en nuestros días. La mirada de la escuela tradicional explicó la educabilidad exclusivamente a partir de las capacidades del sujeto, como ya hemos visto, como la capacidad de ser educado, y atribuyó el fracaso escolar al estudiante problema sin analizar las condiciones en que transcurren las acciones educativas y sin tener en cuenta que el fracaso es la punta del iceberg de una situación mucho más profunda y abarcativa, que incluye a las escuelas, las familias, las políticas, las culturas, los contextos, etcétera. La educabilidad de los sujetos no es nunca una propiedad individual, sino, en términos de Baquero, «un efecto de la relación de las características subjetivas y su historia de desarrollo con las propiedades de una situación» (Baquero, 2006, p. 10). El concepto de educabilidad, según Tedesco (2000), apunta a identificar cuál es el conjunto de recursos, aptitudes o predisposiciones que hacen posible que un niño o un adolescente pueda asistir exitosamente a la escuela, al mismo tiempo que invita a analizar cuáles son las condiciones sociales que hacen posible que todos los niños y adolescentes accedan a esos recursos. La educabilidad es un conjunto de factores, acciones, capacidades de los actores de los procesos de enseñanza y aprendizaje; el entrecruzamiento de ellos va a determinar el éxito o fracaso del estudiante y de la escuela y, en definitiva, del sistema educativo. El concepto de educabilidad ya no se vincula con factores hereditarios de tipo biológico o genético, al margen de lo sociocultural, los contextos para que haya aprendizaje se desprenden de los contextos de pertenencia de los estudiantes. López y Tedesco (2002) definen la educabilidad como una construcción social que trasciende al sujeto y su familia y que da cuenta del desarrollo cognitivo básico que se produce en los primeros años de vida, vinculada a una adecuada estimulación afectiva, buena alimentación y salud. La educabilidad: ¿posibilidad, límite u horizonte? Son muchas las condiciones vinculadas a las enseñanzas y a los aprendizajes que sabemos preocupan a los y a las docentes, entre ellas las limitaciones y alcances de las prácticas educativas en contextos desfavorables o críticos. Según Scavino y Toscano (2007, p. 3), «se ha instalado en los/as docentes cierta sospecha acerca de la posibilidad de logar aprendizajes concretos y efectivos de parte de los alumnos en contextos de pobreza». Todos sabemos que enseñar en contextos de pobreza es una tarea ardua que muchas veces convive con el desánimo y la resignación de los docentes. También sabemos que por lo general los educadores y las educadoras superan la desesperanza y luchan por resignificar el sentido de su acción educativa para crear las estrategias que posibiliten educar para que el alumnado pueda resolver las situaciones del futuro. Posiblemente, el problema sea dimensionar adecuadamente el papel que le cabe al contexto propio de los sujetos para dar lugar a la educabilidad.

El afuera y el adentro de la escuela Cobertura, calidad y equidad educativas Educabilidad y acciones compensatorias

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1 comentario

Excelente artículo.

José Álvarez

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