Claves para la evaluación de los aprendizajes

Claves para la evaluación de los aprendizajes

 Una de las preguntas que surgen ante la reflexión y toma de decisiones para estimar los logros y avances de nuestros estudiantes es: ¿qué debemos tener en cuenta para la evaluación? 

En primer lugar, necesitamos clarificar qué estamos evaluando: ¿una actividad puntual, los avances en el transcurso de unos meses o los logros anuales a los que hemos llegado con los estudiantes? Para cada situación, tenemos la necesidad de recurrir a diferentes interrogantes y recursos que nos ayudarán a recoger información valiosa de forma consistente. 

Partimos, por tanto, del supuesto de que evaluamos para favorecer el aprendizaje. Desde este posicionamiento, se entiende que toda actividad áulica recoge información sobre qué aprendizajes se producen en ella y cómo. Dos de los recursos que nos ayudan a encauzar la evaluación a través de este criterio son los indicadores de logro y las rúbricas de evaluación. 

Los indicadores de logro son premisas planteadas por el docente que involucran el saber hacer (habilidades de índole procedimental) y el saber ser (actitudes y valores), que están presentes en toda relación de enseñanza–aprendizaje. Existen indicadores de logro que todo docente, sin importar la materia, puede plantear no solo para recoger información, también para orientar a los estudiantes sobre los horizontes a los que se espera llegar en conjunto. Algunos de estos indicadores son: asiduidad y cumplimiento de tareas, iniciativa e interés por el trabajo, participación activa en clases, colaboración en las tareas de equipo, autonomía en la realización de las tareas, capacidad de resolución de problemas, disciplina de trabajo, expresión y comunicación de ideas, respeto por las opiniones de los demás (Fiore y Leymonié, 2018). Los indicadores se pueden plantear tanto al inicio del curso lectivo como, también, para evaluar avances en determinados períodos (cierres de promedio en el transcurso del año, por ejemplo). 

Otro de los recursos sumamente valiosos para el quehacer docente son las rúbricas de evaluación. Se trata de una tabla donde se estipulan las dimensiones que se evaluarán, los niveles de calidad que se pueden alcanzar y los indicadores de logro que evidencien el rendimiento en cada nivel. Pongamos un ejemplo:

 

Como podemos observar, con la rúbrica conseguimos especificar con mayor detalle no solo el horizonte esperado, es decir los niveles que se pueden alcanzar, sino también los procedimientos que se pueden llevar a cabo para llegar a cada horizonte. La rúbrica se puede plantear tanto para procesos anuales como trimestrales, pero suelen ser de mayor utilidad para guiar y evaluar tareas puntuales o proyectos.

Como los indicadores de logro, las rúbricas también se pueden proponer al estudiantado al momento de presentar la actividad o proyecto puntuales. Dado que, de esta forma, benefician no solo al docente al momento de evaluar, sino que, también, sirven como herramienta al estudiante en la realización del proyecto o tarea. Otros beneficios de las rúbricas: facilitan la toma de decisiones pedagógicas sobre qué contenidos es necesario reforzar, dado que ayuda a obtener información sobre qué saben hacer los estudiantes y en qué niveles se encuentran en ese momento específico. Asimismo, facilitan la retroalimentación de los estudiantes, pues estos tienen un pantallazo del nivel alcanzado hasta el momento y de cómo transitar hacia el siguiente (Ávila, Jéldrez y Sotomayor, 2015).

Cabe destacar, sin embargo, que las rúbricas no son una fórmula que se aplica para obtener resultados estáticos. Se trata de una herramienta valiosa que puede orientar tanto a docentes como estudiantes, pero que no debe tomarse como algo rígido. Al momento de evaluar y recurrir a la rúbrica como guía, nos puede pasar que algunos estudiantes en sus trabajos presenten indicadores de diferentes niveles. En ese caso, necesitamos tener en cuenta la totalidad del trabajo y considerar qué logros ha alcanzado el estudiante y cuáles son los aspectos en los que se debe seguir trabajando para mejorar. En caso de haberse realizado trabajos anteriormente, también podemos tener en cuenta las mejoras que se presenten en comparación. 

Para cerrar, nos vamos situar en una de las instancias que genera mucha incertidumbre y que suscita nuevos cuestionamientos en los docentes: el cierre final de promedios, donde tenemos que evaluar el transcurso del año y tomar decisiones importantes respecto al pasaje de grado. Para esta instancia, si hicimos uso de los indicadores de logro y los planteamos a inicio del año, podemos volver a ellos con toda la información obtenida en el curso y, de esta forma, valorar si hemos alcanzado la mayoría de esos horizontes con nuestros estudiantes. 

En el caso especial de tutorías, necesitamos establecer cuáles son los temas esenciales que se han trabajado a lo largo del curso. Esto nos ayudará no solo a proponer actividades de repaso, sino también para armar la propuesta evaluativa que se presentará en la instancia de examen.

 

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1 comentario

Excelente material, aporta mucho a la practica docente.

Analia Irazoqui

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