Competencia metacognitiva: desocultar y enriquecer el pensamiento para aprender a aprender

Competencia metacognitiva: desocultar y enriquecer el pensamiento para aprender a aprender

Este artículo pertenece a la revista Didáctica Primaria nº 39.

Autora: Luciana Bianchi

Una sola pregunta puede contener más pólvora que mil respuestas. J. Gaarder

Introducción

En nuestro contexto educativo se están atravesando varios cambios a nivel curricular. Actualmente, se propone un enfoque basado en diez competencias; una de ellas es la competencia metacognitiva.

Desde mis tiempos de estudiante, la metacognición ha sido un tema que me ha interesado y que tal vez con recursos muy básicos he intentado llevarlo a mis prácticas de aula. Ello me motivó a buscar información e incluso hacer algunos cursos elementales sobre el tema.

Mi intención en este artículo es aclarar algunos conceptos fundamentales sobre dicha cuestión que ayuden a comprender mejor de qué se trata esta competencia y brindar algunas herramientas o estrategias para poder aplicarlo en nuestro hacer cotidiano en las aulas, con la finalidad de mejorar los aprendizajes de los estudiantes.

¿Por qué he elegido centrarme en esta competencia y no en otra? Son variadas las razones y las iré desarrollando a lo largo del presente abordaje. A menudo se lee y escucha que la escuela no estaría enseñando para la actualidad, que no se enseña a comprender el mundo ni a cómo enfrentarnos a las incertidumbres de esta humanidad en constante cambio.

Ello me llevó a cuestionarme: ¿qué es lo que no estamos haciendo bien?, ¿qué está faltando en nuestras prácticas? Con la transformación que se nos viene, una de las competencias a desarrollar, como ya mencioné, es la metacognitiva, y aquí me detuve a pensar; porque así como el lenguaje es transversal a todas las áreas del conocimiento, por lo cual siempre se le ha dado prioridad en las instituciones educativas, la competencia metacognitiva, considero, es transversal a todas las demás competencias. Es decir que si logro un buen desarrollo de la competencia metacognitiva, sin dudas se me va a facilitar el desarrollo de las nueve competencias restantes propuestas en el Marco Curricular Nacional. Si logro un buen desarrollo de dicha competencia, voy a ser capaz de aprender en forma autónoma y también con otros, pero de forma más efectiva.

Es imperante que, como sostiene Deanna Kuhn (2012), las escuelas logren enseñar a los estudiantes a utilizar bien su mente dentro y fuera de la escuela. ¿Por qué ya desde nivel escolar debemos desarrollar dicha competencia? Porque sin lugar a dudas debe abordarse desde la infancia, ya que es la etapa en la que se comienzan a desarrollar las estructuras mentales que ese sujeto tendrá en un futuro.

¿Qué se entiende por metacognición?

Para arrojar algo de luz sobre el tema, me centraré en el estudio etimológico de la palabra metacognición. El prefijo meta deriva del griego στόχος y, según la rae, tiene varias acepciones: «junto a», «después de», «entre» o «más allá de». Combinado con el término cognición, que deriva del latín cognoscere, que significa conocer, se puede entender como el conocimiento que se tiene sobre el propio conocimiento. Quien fue uno de los primeros en utilizar el término, Flavell, a fines de la década del 70, aludió con este al conocimiento sobre la cognición, haciendo referencia a la conciencia que la persona tiene de los procesos cognitivos, como también de los procesos internos de los demás sujetos. Por tal motivo es que utilizo el término desocultar en el título del presente artículo, porque el desarrollo de la competencia metacognitiva exige un desocultamiento de los procesos mentales, no es ni más ni menos que hacer visible nuestro pensamiento, y ello se desarrolla y se aprende. Se trata de hacer conscientes los procesos cognitivos, los cuales se pueden utilizar en cada situación. González (1996) entiende que metacognición es un vocablo que se utiliza para designar una serie de operaciones, actividades y funciones cognoscitivas que realiza un sujeto, las cuales le permiten recabar, producir y evaluar información. Esto le posibilita a la persona conocer, controlar y autorregular su funcionamiento intelectual.

Cuando hablo de metacognición estoy haciendo referencia al aprendizaje basado en el pensamiento, el cual está relacionado con las formas más eficaces de utilizar la mente. Es una forma de entrenar nuestra mente para pensar mejor; el pensamiento eficaz es, según lo definen Swartz et al. (2008), la aplicación de forma competente y estratégica de las destrezas y hábitos de pensamiento que nos llevan a realizar actos meditados de la mente. Este pensamiento eficaz al que hago referencia está compuesto, siguiendo lo sostenido por los autores ya citados, por tres componentes: destrezas de pensamiento, hábitos reflexivos y metacognición.

El pensamiento eficaz implica la ampliación planificada, correcta y coherente de los procedimientos adecuados para una tarea que requiere que pensemos sin saltarnos ninguna operación clave y apoyándonos en las actitudes reflexivas adecuadas y en el conocimiento relevante en la materia (Swartz et al., 2008, p. 16).

Pensar eficazmente implica flexibilidad, creatividad y sentido crítico tanto dentro del ámbito educativo como fuera de él, en la vida misma. Al indagar acerca de la competencia metacognitiva en los documentos oficiales de la vigente transformación curricular se expresa que:

Las prácticas metacognitivas permiten un aprendizaje autorregulado, lo que le permite al estudiante conocer, entender y apropiarse de sus procesos cognitivos. Se busca promover la reflexión sobre los procesos propios de pensamiento para tomar decisiones que permitan aprender mejor y con autonomía. (Furman, 2021) (ANEP, 2022, p. 21).

En la cita quedan expuestos los fundamentos que hacen tan relevante el desarrollo de la competencia metacognitiva. Pero es preciso saber que para poder desarrollar las estrategias metacognitivas es necesario tener una idea de lo que se entiende por estrategias de aprendizaje, ya que ambos conceptos están relacionados. De este modo, intentaré dar una breve definición, con la finalidad de aclarar conceptos claves. Las estrategias de aprendizaje son procesos en los que existe una toma de decisiones consciente y con intención a partir de los cuales el sujeto selecciona y recupera aquellos saberes indispensables que le son útiles y necesarios para poder cumplir con una tarea o resolver un problema.

¿Qué educación pretendemos para nuestros estudiantes?

Si pensamos en la educación que deseamos brindar a nuestros estudiantes, todos estamos de acuerdo con ciertas concepciones generales, como formar sujetos seguros de sí mismos, críticos, reflexivos, que valoren el saber, que sean capaces de aprender por sí mismos, que puedan trabajar en equipo, que sean compasivos, etc. Pero cuando debemos definir objetivos más específicos acerca de lo que los niños deben aprender en nuestras escuelas, los consensos suelen disiparse. ¿Por qué sucede esto? Porque existe una dificultad muy clara, dado que en estos tiempos de modernidad líquida (Bauman, 2008) la sociedad cambia tan rápido que nos enfrentamos a muchas incertidumbres, entre ellas, la imposibilidad de prever cómo será la vida de nuestros estudiantes en un futuro. Entonces, no sabemos cómo prepararlos para la vida adulta. Esta idea, según D. Kuhn (2012), no es compartida por las personas del mundo de los negocios, que sí han manifestado en diversos ámbitos cuáles son las habilidades que esperan de sus empleados, han afirmado que buscan personas inteligentes, que se adapten a los cambios, que reconozcan rápidamente qué necesitan saber y lo aprendan, además de saber trabajar en equipo en forma colaborativa. Analizando lo mencionado, existen dos puntos de vista muy diferentes: por un lado, el punto de vista del mundo de los negocios, que tiene interés en los estudiantes como un recurso que les facilite acceder a sus propias metas, mientras que, desde el punto de vista educativo, a los maestros les interesa el desarrollo intelectual en sí mismo. Son dos formas muy diferentes de entender la finalidad de la educación, pero no debemos olvidar que una de las críticas a la educación actual es que no está preparando a los sujetos para la vida, para la comprensión del mundo actual, para desarrollarse en este mundo de cambios vertiginosos.

Actualmente, estamos viviendo el tránsito de una educación basada en conocimientos y contenidos programáticos con objetivos específicos hacia una educación centrada en el desarrollo de habilidades que, dependiendo cuáles se trate, pueden ser muy específicas o muy generales. Tanto en una forma u otra de educación surgen los mismos cuestionamientos. En la primera: ¿qué conocimientos debo enseñar a los estudiantes? ¿Por qué tales conocimientos y no otros? En la segunda visión: ¿qué habilidades debo enseñar? ¿Por qué esas habilidades y no otras? Dado lo explicitado es que la autora D. Kuhn propone una tercera opción: una educación centrada en el pensamiento. Analizando las competencias a desarrollar en nuestros estudiantes con la transformación actual, la que se relaciona íntimamente con este enfoque es la competencia metacognitiva. Lo fundamental es enseñar a pensar, enseñar a usar bien nuestra mente. Al reflexionar sobre esta cuestión surgen nuevos interrogantes: ¿cómo se enseña a pensar?

¿Cuáles son las habilidades que hay que desarrollar?

Analizando lo investigado por Buzunáriz Yárnoz (2013), encuentro ciertas ideas centrales para el desarrollo de la metacognición que es necesario destacar. Por un lado, la autora habla de la autorregulación, que sería el medio que permite al sujeto crear un sistema personal de aprendizaje a través de conductas, emociones y afectos que están orientados al logro de una meta. Para el reconocido psicólogo ruso, Vygotsky (1995), la autorregulación supone la autoinstrucción de lo que el niño aprende. Otros eruditos en el tema entienden que la autorregulación es una manera de controlar la acción y para lograrlo se integra el conocimiento metacognitivo, la regulación de la cognición y la motivación. Por lo cual, la autorregulación es un prerrequisito para la metacognición. También se ha afirmado que otro aspecto o prerrequisito para la metacognición es la motivación, y Buzunáriz Yarnoz (2013), destacando lo investigado por Ugartetxea, menciona tres líneas relacionadas a la metacognición y la motivación: primero, el estilo atribucional y su peso en el aprendizaje; segundo, las expectativas de éxito como elemento motivacional para aprender; y, tercero, el tipo de motivación del alumno, diferenciándolo de lo que es un logro.

Uno de mis argumentos para centrarme en esta competencia, y que ha despertado el interés en ella, es que debe comenzar a desarrollarse en la infancia, porque su desarrollo va a determinar la capacidad y la eficacia al momento de enfrentarse a un problema, tarea, etc. Si pensamos en lo que sostienen las teorías constructivistas, los elementos que utiliza el niño para construir conocimientos son los esquemas mentales que ya posee, con los que ha sido capaz de construir su relación con el medio. A medida que el niño va siendo más consciente, va adquiriendo más claridad respecto a los contenidos de lo que conoce, lo cual le permite comparar e incluso valorarse respecto a los resultados de sus pares; ello le es útil para validar su actividad cognitiva.

Por lo tanto, se puede concluir que el acto de conocer es un acto social, porque son fundamentales las interacciones y relaciones con los pares, y el maestro es quien tiene un rol de mediador en el acto de hacer metacognición. Es importante tener presente que esta competencia debe comenzar a desarrollarse a temprana edad. Aunque los niños de 3 a 6 años no tienen adquiridas algunas habilidades metacognitivas, es fundamental la labor del docente en la propuesta de actividades que estén enfocadas en su desarrollo. Diversos autores sostienen que son fundamentales los diálogos metacognitivos en las aulas de nivel inicial y primer ciclo porque mediante ellos se facilita la adquisición de las capacidades metacognitivas.

¿Qué explicitan los documentos oficiales de la transformación curricular respecto a la competencia metacognitiva?

Con la intención de tener claro cuáles son las metas a nivel de primaria en cada perfil de tramo respecto a la competencia metacognitiva, estos se explicitan en forma textual, diagramados en una tabla para una mejor visualización, y así poder comparar y observar la graduación en cada uno de los tramos. Estos perfiles han sido extraídos del documento Educación Básica Integrada (EBI) 2022.

Perfil de tramo Competencia metacognitiva
Tramo I: Educación inicial … cada estudiante explora, imita, experimenta, clasifica, elige opciones simples y utiliza el juego como medio de aprendizaje a través de la curiosidad natural y en un contexto con el cual se encuentra en constante intercambio.
Describe lo que está pensando y da razones de por qué. Responde de forma espontánea y/o con mediación a desafíos cognitivos a partir de lo que provocan diferentes situaciones (EBI, 2022, p. 42).
Tramo II: 1° y 2° grado de primaria

... el estudiante anticipa respuestas como estrategias e interroga motivado por la curiosidad.

Progresivamente adquiere el hábito de observar, pensar y actuar en lo que hace controlando algún aspecto de su actividad: gestión del tiempo, concentración, auto-observación, con mediación adulta de acuerdo a sus características. Explora y pone en práctica diversos recorridos o estrategias de pensamiento.

Indaga, reconoce, anticipa e intenta dar explicaciones ante situaciones nuevas potenciado por la mediación y la interacción con su entorno. Describe lo que está pensando y da razones de por qué, además responde a preguntas sobre qué aprendió y para qué le sirvió (ebi, 2022, p. 46).

Tramo III: 3° y 4° grado de primaria

... cada estudiante identifica y reconoce las consecuencias de sus respuestas a las situaciones que lo desafían cognitivamente. Comienza a reflexionar sobre qué aspectos de ellos modificar o potenciar.

Reconoce diversos estímulos en tareas desafiantes, y comienza a centrarse en los estímulos relevantes.

Vincula sus experiencias con el conocimiento nuevo.

Reconoce qué elementos le generan mayor facilidad o dificultad en las actividades de aula.

Identifica y aplica progresivamente procesos de pensamiento que puede adecuar a diferentes contextos. Describe las estrategias utilizadas en situaciones delimitadas y utiliza información de experiencias previas para comunicar ideas (EBI, 2022, p. 51).

Tramo IV: 5° y 6° grado

... el estudiante desarrolla conciencia sobre sus procesos internos de pensamiento. Reflexiona sobre los supuestos realizados y describe el proceso utilizado para llegar a conclusiones.

Identifica campos de interés y estrategias de aprendizaje en diferentes situaciones. Reconoce el monitoreo, la planificación y la autoevaluación como herramientas para el aprendizaje. Reconoce y utiliza los recursos a su alcance para el acceso a la información. Identifica y justifica la toma de decisiones respecto a los procesos de pensamiento utilizados en situaciones que se le presentan (EBI, 2022, p. 56).

 

¿Cuál es el rol del maestro en el desarrollo de la competencia metacognitiva?

El papel del maestro es fundamental y requiere un cambio de mentalidad o de apertura hacia nuevas formas de enseñar lo que implica la modificación de ciertos hábitos y rutinas e incluso de la forma de trabajar en el aula. El docente, además, deberá actuar como un guía, para que el alumno pueda ir adquiriendo estrategias metacognitivas. Deberá potenciar el pensamiento, ser quien agita la mente a partir de la formulación de preguntas y no de respuestas.

No pretendo exponer actividades para desarrollar en el aula, ya que considero que deben ser diseñadas por cada maestro, de acuerdo al grupo y las características de este, pero sí es mi intención orientar en el accionar, con algunos principios básicos que nos pueden ayudar a pensar nuestras prácticas.

Es medular que como docentes tengamos bien definidas las metas de aprendizaje de nuestros estudiantes y que estos también las conozcan. Podemos adaptar el vocabulario, simplificarlas según el nivel en el que nos desempeñemos, pero los niños deben saber hacia dónde van, esto es parte de la democratización del saber y de la evaluación.

Algunas orientaciones para el desarrollo de la competencia metacognitiva

Al analizar los perfiles por tramo se aprecia claramente la graduación y cómo se van aumentando las expectativas de logro. Cada docente debe conocer y manejar con fluidez lo que se espera de sus alumnos, para poder pensar las propuestas que promuevan el desarrollo de las habilidades especificadas.

Es elemental el desarrollo de actividades desde una perspectiva lúdica, teniendo en cuenta que las propuestas deben ser atrayentes, porque la motivación es medular. Debe haber un equilibrio entre las propuestas para trabajar en equipo y el trabajo autónomo, porque trabajar con otros es positivo para socializar y compartir, pero el trabajo autónomo es relevante para cubrir las necesidades de cada niño. Es necesaria la adecuación, respetando los diferentes ritmos de aprendizaje. La importancia del ambiente de aprendizaje no es menor, considero que con los recursos que tengamos a disposición, aunque sean precarios, debemos generar un espacio que invite a aprender, a quedarse porque es agradable y armonioso. Con ello hago referencia a la ambientación con carteleras, mobiliario, si no contamos con grandes recursos podemos reciclar a partir de lo que tenemos, a veces va más en el ingenio y creatividad del docente que en contar con mobiliario nuevo o recursos didácticos de gran costo. Si es viable, se puede involucrar a las familias en la colaboración y elaboración de materiales. También podemos utilizar la música como un recurso para ambientar ciertos momentos de trabajo en el aula, entre otros recursos que cada docente desee, siempre que ayuden a generar un ambiente óptimo para aprender.

Es preciso dar significado a la escuela, que los estudiantes puedan atribuir algún sentido a la actividad escolar, la cual ocupa gran parte de su tiempo. Ello se puede generar a partir del diálogo mediante preguntas que los motiven a pensar y reflexionar, como, por ejemplo: ¿por qué debería desear o necesitar aprender esto? ¿Qué aprendí hoy? ¿Para qué me es útil? ¿Cuándo utilizo dicho conocimiento?, etc.

No debemos olvidar que los aprendizajes deben ser significativos, por lo cual tenemos que partir de los intereses y necesidades de los niños; para ello, sirve plantearse las fortalezas y debilidades del grupo, con la intención de generar un reconocimiento de estas no solo por parte del maestro, sino también por parte de los aprendices, y así se pueda iniciar la búsqueda para mejorar aquello que es una debilidad. Ya con ello probablemente tengamos el comienzo de un posible proyecto, centro de interés, unidad, etc. Deben ser los niños los que nos propongan y manifiesten sus inquietudes e intereses, para que nosotros, los docentes, podamos organizar todo eso y plantear propuestas que tiendan al desarrollo del buen uso de la mente. Existen preguntas generales que nos pueden ayudar y guiar en dicha búsqueda, como, por ejemplo: ¿qué podemos hacer? ¿Cómo lo podemos mejorar? ¿Qué necesitamos? ¿Cuáles son los pasos a seguir?, etc.

Swartz et al. (2008) plantean que existen tipos de pensamiento importantes que debemos enseñarles a nuestros estudiantes, como la toma de decisiones, la resolución de problemas y la conceptualización, los cuales son aplicables a todas las materias, aunque puede variar su importancia. La toma de decisiones refiere a la elección de la mejor opción, y la resolución de problemas implica encontrar la mejor forma de resolverlo. Para ello se pueden plantear preguntas que guíen al estudiante: ¿cuál es el problema? ¿Por qué hay un problema? ¿Hay más de una posible solución? ¿Cuál es la mejor? Estos cuestionamientos pueden plantearse también en las conocidas puestas en común en el aula, para comparar soluciones y analizar las ventajas y desventajas de los diferentes caminos realizados por los estudiantes. Finalmente, con la conceptualización, el autor mencionado anteriormente hace referencia al logro de una comprensión profunda, lo cual lleva a que en futuras situaciones pueda aplicar los conocimientos adquiridos, incluso mejorarlos y ampliarlos.

A continuación, se presenta de forma esquemática un cuadro con ciertos hábitos mentales inspirados en diversos eruditos, para lograr una buena competencia metacognitiva y, a la vez, mostrar posibles metodologías para su desarrollo.

 Hábitos mentales Metodologías
(siempre deberán ser flexibles)

Pensar de manera cooperativa y flexible.

Escuchar las opiniones y argumentos de los demás.

Cuestionar y plantear problemas.

Crear, imaginar e innovar.

Manejar la impulsividad tanto para pensar como para actuar.

Perseverar en la tarea que requiere pensar.

Aplicar conocimientos ya adquiridos.

Tener una postura positiva hacia el aprendizaje continuo.

Descubrimiento guiado: en él, las respuestas y acciones de los estudiantes van marcando el desarrollo de la tarea.

Resolución de problemas: el docente plantea la situación, pero son los estudiantes quienes buscan las posibles soluciones.

El juego: porque es un recurso de socialización, colabora en la formación de la perspectiva moral y también facilita la intuición, además de generar disfrute y gozo por parte de quien juega.

La indagación: formulación de preguntas sobre el tema a indagar, búsqueda y acceso a datos e información, pensar preguntas sobre las lecturas y pesquisa realizada. Analizar, clasificar y comparar para finalmente inferir, es decir, interrogarse ¿qué sé?, ¿cómo lo sé?, ¿qué puedo afirmar?, etc.

 

¿Cómo evaluar y valorar la estimulación metacognitiva?

El problema de la evaluación de esta competencia es que no existe una respuesta observable, por lo que debemos recurrir a sistemas indirectos. Siguiendo el paradigma actual de evaluación, me centraré en una evaluación formativa que implique la autoevaluación de los estudiantes y la coevaluación. Es primordial facilitar instancias de reflexión sobre los propios procesos realizados y también sobre los procesos de los demás, rescatando los aspectos positivos que deben continuar, aquellos que se deben mejorar y los que se deben dejar de realizar.

Desde el rol de docente se pueden aplicar ciertas técnicas de evaluación que nos ayuden a mejorar nuestras prácticas, así como también ubicar a los estudiantes en los perfiles de tramo explicitados con anterioridad, como el diario y reflexiones de clase, que no es más que un breve registro de lo sucedido en la clase para valorar lo ocurrido, y así poder determinar qué se debe modificar y qué se debe reiterar, ya que ha sido exitoso. La observación directa es otra posibilidad. Esta nos permite ver a los niños trabajando en el aula, podemos simplemente observar o también, dependiendo de la ocasión, participar. Una tercera técnica es la planilla de observación, la cual nos permite reunir y clasificar información. En ella podemos clasificar si los ítems seleccionados se cumplen siempre, solo a veces o nunca. Si estamos valorando la competencia de aprender a aprender, posibles ítems a observar y registrar en la planilla, pueden ser: reconoce y confía en sus posibilidades; tiene una actitud positiva para aprender; escucha atenta y empáticamente; puede trabajar satisfactoriamente en grupo; planifica y organiza las tareas; persevera y es constante en las diferentes actividades; presta atención y la mantiene; recoge información, etc.

A modo de conclusión

Personalmente, considero que el desarrollo de la competencia metacognitiva debe tener un lugar de privilegio en nuestras aulas. A lo largo del presente artículo he intentado argumentar el porqué de mi imperativo respecto al tema. La competencia metacognitiva nos posibilita aprender a aprender, entendiendo por ello la habilidad de los sujetos de iniciar y persistir en el aprendizaje manteniendo la motivación y pudiendo autorregularse, a la vez de poder administrar el tiempo y gestionar la información de forma eficiente tanto grupal como individualmente. Ello implica ser consciente del proceso y de las necesidades de aprendizaje para poder superar obstáculos y lograr aprehender el objeto de estudio, el concepto, etc. En el aprender a aprender, el sujeto adquiere, procesa y asimila nuevos conocimientos, a la vez que logra aplicarlos a otras situaciones tanto dentro del ámbito educativo como fuera de él. Para alcanzar esto, la motivación es un factor medular, así como la confianza en sí mismo.

Las habilidades mentales que requiere el aprender a aprender se desarrollan lentamente con la práctica. Esta nueva forma de educación que propone D. Kuhn (2012), «educación para pensar», es educación para la vida, y para poder lograrla los maestros debemos prestar atención a las habilidades que se requieren desarrollar, profundizar en el conocimiento de estas y en cómo se desarrollan, para poder abordarlas en lo cotidiano del aula.

Considero que he ofrecido no solo algunos lineamientos generales para iniciar el abordaje de dicha competencia en nuestras aulas, sino que también he intentado brindar los argumentos sobre por qué deberíamos darle relevancia, ya que es mediante esta que estaríamos aportando a un aprendizaje que se adapte al mundo de incertidumbres que habitamos. Es decir, les brindamos las herramientas necesarias a nuestros niños para que se forjen como ciudadanos competentes y críticos del mundo al que pertenecen.

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Referencias bibliográficas

ANEP (2022). Marco Curricular Nacional.

ANEP (2022). Educación Básica Integrada (EBI) Plan de estudios. Documento preliminar.

ANEP (2022). Progresiones de Aprendizaje. Transformación curricular integral.

Bauman, Z. (2008). Modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica.

Buzunáriz Yárnoz, L. (2013). Programa de estimulación temprana para educación infantil. Facultad de Ciencias Humanas y Sociales. Universidad Pública de Navarra.

González, F. (1996). Acerca de la metacognición. Revista Paradigma.

Kuhn, D. (2012). Enseñar a pensar. Amorrortu.

Swartz, R. et al. (2008). El aprendizaje basado en el pensamiento. Cómo desarrollar en los alumnos las competencias del siglo XXI. Ediciones SM.

Vygotsky, L. (1995). Pensamiento y lenguaje. Paidós.

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Luciana Bianchi

Maestra y licenciada en Ciencias de la Educación. Opción Investigación (UDELAR).

Experiencia laboral en primaria y formación docente.

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