Gestionar la educación inicial desde el respeto por la diversidad

Gestionar la educación inicial desde el respeto por la diversidad

Fragmento del artículo de Leila Daleffe para la Revista Didáctica Inicial año: 7, n.º 30 - 2021

«La única aceptación posible es la de reconocer al otro en la soberanía de su diferencia, en su misterio, en su lejanía, en su ser irreductible. Y es aquí donde la política, la filosofía y la poética de la diferencia se reúnen, aunque dispersas, aunque disímiles.»

Carlos Skliar, Educación en la escuela inclusiva.


Como sostiene Graciela Frigerio (2003) en su Bosquejos conceptuales sobre las instituciones: es interesante pensar la educación en términos de su efecto posterior, pensar en cómo se resignifican los aprendizajes en algún modo extraterritorial, es decir, en otro tiempo y espacio. Lo que ocurre en la escuela será recogido de alguna manera por la sociedad toda. Se manifestará atemporalmente. «Lo que queda de la escuela, lo que de la escuela quedó en nosotros, siempre se pondrá (por efecto de un desplazamiento), de manifiesto con otros sujetos. Y siempre (por efecto de sublimación) en otro destino.»

Quizá este es el puntapié inicial para pensar en cómo podemos operar cambios sostenibles a través de la educación.

Según la Real Academia Española, el concepto divergente deriva del latín divergens-entis, y significa acción y efecto de divergir, o bien: diversidad de opiniones y pareceres. Pero si hay algo que disfruto mucho mientras investigo y escribo es indagar las diferentes definiciones y acepciones de un mismo vocablo, por lo que tenemos un agregado que podemos sumar…

«Desde el punto de vista óptico, divergente es la lente que tiene la propiedad de hacer divergir o separar los rayos que salen de un foco común.»

Y aquí nos preguntamos qué relación puede haber entre un lente óptico y la realidad social y educativa que nos convoca. Pues bien, para empezar y a las claras el nombre es un juego de palabras que trata de apelar a la noción de diversidad en relación con los individuos, con las gentes.

Pero a la unión surge el concepto divergente y nos plantea de un sacudón la idea principal: algo nos une, como ese lente. Hay un foco común del cual todos partimos, y luego está la divergencia, el camino, lo que nos separa, lo que nos hace únicos.

El foco común del cual todo ser humano parte es la base de que todos habitamos derechos. A pesar de toda circunstancia, a pesar de toda diferencia, a pesar de los caminos que se divergen y que nos hacen ser gentes diversas, todos tenemos derechos.

Quizá es momento de poner en jaque la tan trillada propaganda de «todos somos iguales», orientando y puliendo la idea de que todos somos iguales en nuestros derechos y que luego somos maravillosamente únicos, diferentes, divergentes…

En el año 1996, la Unesco presentó el documento La educación tiene un tesoro, que presentaba una prospectiva de la educación del futuro.

Planteaba cuatro objetivos centrales para los niños y jóvenes:

› aprender a conocer,

› a hacer,

› a ser

› y a vivir juntos.

Como sostiene Gustavo Iaies (2012): «en la escuela como un espacio donde encontrarnos, aprender a leer, comprender, debatir, argumentar, pensar bajo parámetros científicos, conceptualizar el mundo en que vivimos. Pero también a estar con otros, valorarlos, ser parte de un grupo, “aprender a vivir juntos”».

Igualdad y unicidad

Es necesario rescatar no tanto el concepto de igualdad, sino el de unicidad. La igualdad radica fundamentalmente en el igual acceso al derecho, que nos es inalienable por nuestra condición humana. La unicidad nos define en nuestra virtud de ser únicos, singulares, irrepetibles.

Pero ¿qué ocurre cuando esta unicidad nos condena? ¿Qué pasa cuando esta singularidad me aleja de los estereotipos que el paradigma social de lo normal arroja sobre nosotros con la fuerza de un millón de bombas?

En términos de la realidad postmodernista, en épocas de globalización, redes sociales e inmediatez, los estereotipos han resurgido con un peso drástico e instantáneo.

En Argentina, en Uruguay y en otros países existen leyes antidiscriminatorias: tomemos un párrafo:

Quien arbitrariamente impida, obstruya, restrinja o de algún modo menoscabe el pleno ejercicio sobre bases igualitarias de los derechos y garantías fundamentales reconocidos en la Constitución nacional, será obligado, a pedido del damnificado, a dejar sin efecto el acto discriminatorio o cesar en su realización y a reparar el daño moral y material ocasionados. A los efectos del presente artículo se considerarán particularmente los actos u omisiones discriminatorios determinados por motivos tales como raza, religión, nacionalidad, ideología, opinión política o gremial, sexo, posición económica, condición social o caracteres físicos.

Para continuar pensando

¿Cuántas propuestas atraviesan nuestra práctica con esta mirada inclusiva?

Es aquí donde vislumbro esperanzada la responsabilidad para trabajar el respeto por la diversidad, la unicidad y la igualdad en el acceso al derecho.

Es necesario también abordar acciones que ayuden a las familias a convivir con la diversidad de sus hijos cuando no se responde a sus proyecciones y pensamientos preconcebidos.

Es imprescindible transmitir a nuestros alumnos, cualquiera sea su edad, la importancia de saberse singulares y conocer y respetar la singularidad del otro. Se trata, en definitiva, de auspiciar infancias y adolescencias felices con familias y docentes que acompañen, respeten, enseñen y convivan en diversidad, garantizando el diálogo y la posibilidad de elegir caminos diferentes, lo que es, en definitiva, un camino hacia la inclusión social.

 

 

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