En un mundo desorganizado y cada vez más complejo, incierto e impredecible, los formatos educativos tradicionales, han perdido la capacidad de dejar huella. Cada vez más nos sentimos interpelados por preguntas que nos invitan a pensar otras formas de hacer escuela. Formas capaces de despertar en los chicos la pasión por aprender, el deseo, el compromiso y la convicción de que es posible aprender más y mejor.
En este aprender más y mejor se suceden las imágenes que nos acercan a las
ideas de creatividad e innovación. ¿Son posibles dentro de las escuelas tal como hoy están planteadas? Creemos firmemente que sí, si entendemos que innovar en educación no es solamente incorporar tecnología al aula como un modo de modernizarse. Creemos que sí, si logramos ampliar esta visión un tanto restrictiva y entender que innovar nos abre un mundo de posibilidades ligadas a las dimensiones institucionales, pero también al uso y diseño de formas originales de intervención didáctica, a la ruptura de las concepciones de espacio y tiempo en el hacer del aula, a la reorganización de los entramados comunicacionales y a las formas de relación entre los actores institucionales.
En el artículo «Planificar por Proyectos: hacia el diseño de planes que promuevan cambios e innovación en los jardines» Patricia Sarquis reflexiona sobre cómo esta modalidad puede llevar a una verdadera transformación educativa si se plantea desde la innovación y no porque «es una moda» o «lo que todos hacen».
Aprender solo cobra significación si constituye una herramienta de acción
transformadora sobre el mundo. Y transformar, es una de las tantas formas que adopta la innovación. Innovar no es una acción ingenua. Posee carga ideológica y ética y es promotora de profundos impactos sociales en su entorno, produciendo cambios simbólicos y materiales aun cuando ellos enraícen profundamente en las tradiciones. No se trata solo de lo nuevo, sino de la posibilidad de enlazar lo nuevo en el soporte de lo que fue.
Ciertamente innovar no es un cambio superficial, no refiere a un eventual cambio de horarios en la escuela, un cambio en el uso de cierta línea editorial, etc. Innovar es una transformación profunda que deja marca, convierte lo existente enriqueciendo y potenciando el conocimiento. Genera ruptura en la cultura comunitaria vigente y afecta la estructura profunda de la institución. En este sentido, preferimos la palabra transformación en vez de reforma, ya que la primera opera en la dimensión de la gramática y la segunda en la dimensión de la narrativa escolar.
La autora señala que para que estos cambios ocurran, los docentes, los directivos y la comunidad escolar debe estar dispuesta y preparada, debe encontrar la brecha que les lleve a salir de la zona de confort y enfrentar las resistencias.
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