Lo socioemocional y la construcción de ciudadanía

Lo socioemocional y la construcción de ciudadanía

artículo para la revista Didáctica Primaria, noviembre 2021.

Lo socioemocional y la construcción de la ciudadanía

MAG. MARGARITA PRESNO

Maestra de educación primaria. Socióloga, egresada de la Universidad de la
República. Magíster en Formación de formadores, funiber.

¿Cómo puede una persona interpretar un acto de discriminación y decidir cómo actuar frente al hecho?

¿Cómo pueden los seres humanos no ser indiferentes frente a la contaminación del espacio de vida y decidir actuar en su defensa?

¿Cómo puede una sociedad reconstruirse a favor del bienestar de todos, asegurando un desarrollo digno de su población, a través de la participación activa de sus miembros?

¿Cómo puede una persona darse cuenta de que algo le hace daño y tener la fuerza para defenderse?

¿Cómo puede una persona respetarse y respetar al otro?

A lo largo de nuestras vidas, en nuestras trayectorias educativas y laborales, existen enfrentamientos con realidades adversas, sentimientos negativos, frustraciones, logros y fracasos, existen momentos de felicidad y más. A lo largo de la vida vamos a tener que pensar en resolver problemas, decidir, escuchar, comunicar, cuestionar y ayudar y ayudarnos para potenciar al máximo los logros personales y los grupales.

Manejarse en estas situaciones, y hacerlo como un experto, es un logro que lleva mucho tiempo de práctica y desarrollo personal, pero además requiere de mucho análisis y reflexión para que los resultados optimicen los beneficios en la vida de las personas. Este proceso que se desarrolla durante toda la vida y en cada situación presentada, que además nunca se efectúa solo, sino siempre con otro, se da en todos los escenarios de socialización.

La escuela, dadas las características con las que cuenta, es uno de esos escenarios, y uno muy especial. Por lo tanto, la reflexión y conciencia del trabajo en este aspecto debiera configurarse centro de análisis y ser parte de la realidad pensada y diseñada en el centro educativo. Este aspecto, como otros, no se puede dejar a la deriva, ya que todo lo relacionado a lo socioemocional requiere, al igual que cualquier aprendizaje, un pienso previo que ilumine lo considerado y valorado como positivo para el desarrollo individual y la convivencia en comunidad.

En la escuela, siempre existió una intervención sobre los aspectos comprometidos en las relaciones de los alumnos, entre ellos y en su entorno. De hecho, muchos de estos aspectos existen directa o indirectamente en la currícula con la que trabajamos día a día, como tema de materias, dentro de las distintas áreas. Estos aspectos se presentan en diferentes asignaturas y se muestran con la racionalidad del trabajo que requiere cada una de las disciplinas en las que se ubican los temas referidos.

Si bien esta división no siempre ha favorecido el desarrollo integral del niño porque se pondera el discurso que se emite en relación con el tema, con una falsa sensación de estar desprendiendo lo afectivo de lo racional, de todos modos y según el documento de unicef Uruguay (2015), las distintas disciplinas que abordan diversas temáticas en educación pueden relacionar logros y muchos posibles éxitos a nivel educativo mediante el desarrollo de las habilidades socioemocionales.

Por lo tanto, es imperioso, a partir de lo planificado, revisar cómo trabajamos estas dimensiones en aquellos temas que facilitan su abordaje. Muchas veces, el trabajo se realiza utilizando las estrategias del desarrollo tradicional de las disciplinas más valoradas en la escuela, con lógicas de acercamiento a determinadas formas de pensamiento, y esto puede conseguir ciertos tipos de alcances, pero también dejar por fuera otros aspectos relevantes. Así pues, y a modo de ejemplo, cuando trabajamos los derechos, enfatizar en la información, pero detenerse en la letra, puede quitar la posibilidad de comprender su importancia para la construcción de la vida en un escenario de convivencia pacífica con base en el respeto.

Actualmente, y desde hace algunos años, se está reconsiderando el desarrollo de ciertas capacidades, como herramientas y recursos cognitivos personales para la concreción de una vida activa y lo más sana posible. Con esta perspectiva, no solo se debe colaborar en pos de un positivo desarrollo socioemocional de las personas, sino que además se debe entender como un factor fundamental para asegurar el deseo de aprender.

Como ya se ha mencionado, desde unicef advierten que los ambientes educativos que atiendan lo emotivo con la misma relevancia que los otros temas más tradicionales o con más prestigio y los diseños que los incluyen en su aprendizaje posiblemente presenten resultados más beneficiosos en todos los aspectos considerados preponderantes para el desarrollo humano.

Nuestro país es uno de los Estados adheridos al reconocimiento de todos los derechos de niños, niñas y adolescentes, y el tratado internacional es parte de la legislación uruguaya. En 1990, a través de la ley 16137, nuestra sociedad ratificó estos principios y de esta manera somos responsables de velar por el pleno desarrollo de su crecimiento personal. Cada uno, desde su rol, reconocerá y acompañará de diferentes maneras esta labor, y los docentes tenemos mucho que aportar. No es intención en esta instancia enumerar todos los derechos que el docente y la institución educativa pueden acercar para favorecer el goce en el desarrollo del niño, pero sí atenderemos algunos que enmarcan y justifican este trabajo.

El desarrollo de la singularidad en lo comunitario, el desarrollo de lo comunitario en la singularidad

En este artículo, se notará una tendencia a relacionar el desarrollo de lo socioemocional con cierta perspectiva social, o sea, que se referirá más a los beneficios sociales de atender racionalmente estos aspectos del desarrollo humano que a los beneficios psicológicos que cada individuo obtiene cuando se atiende particularmente el conocimiento de sus emociones.
Esta decisión se basa en una perspectiva que es realmente poderosa en la medida que se atienda junto a otras miradas de otras disciplinas, como particularmente es la perspectiva psicológica que ya mencionamos. De todas maneras, para nosotros, la atención al bienestar de cada individuo como política educativa impacta en la sociedad en su conjunto. Porque una sociedad sana que vela por sus ciudadanos y las infancias cuidadas y atendidas para un buen desarrollo refleja mejores situaciones de bienestar en toda la sociedad.

Vale mencionar, como plantea Sajid Alfredo Herrera (2014), que además se debe atender cierto matiz en la reflexión que nos proponemos. La idea de erradicar la concepción individualista liberal y sus maneras de abordar estos temas en el aula debe desarrollarse por medio de una concepción comunitaria del ser humano. Tanto el trabajo como el discurso deben prestar atención y respetar las subjetividades y particularidades de las personas. Además, el autor, tomando ciertas ideas que María Zambrano plantea en su artículo «Democracia como forma de vida», refiere que en el mundo se deben aceptar las particularidades, porque allí convive la diversidad (Herrera, 2014). La dimensión comunitaria no puede degradar a masas a las personas. La homogeneidad que exigía la vieja escuela debe dar lugar a lo colectivo y lo social sin ahogar el potencial humano de cada sujeto. Siguiendo el planteo del autor, en relación con otro tema, pero pertinente para nuestro trabajo, es imperioso tratar de recobrar la dimensión perdida o poco atendida del ser humano

no como una línea vertical que inicia desde el “yo” hasta los “otros”, sino como un círculo en donde tanto el “yo” como los “otros” tienen igual participación ... en donde sea dejado de lado el paradigma individualista moderno - ilustrado (Herrera, 2014, p. 5).

Por esto, el desarrollo de los aspectos denominados comúnmente como socioemocionales requieren, además, atender la diversidad cultural y todas aquellas cuestiones que conmueven a los niños y adolescentes, en las cuales se enmarca su crecimiento y en donde se desarrolla su sensibilidad, lo que los estremece y les despierta afecto, amor, ira, nostalgia, entre otros sentimientos que afectan su ser.

La diversidad cultural con énfasis en la heterogeneidad como valor pone en práctica y aumenta el progreso de la amplitud mental, desafía la aceptación y tolerancia, interpela los prejuicios y las valoraciones, abre el mundo a nuevas posibilidades y otorga herramientas de mayor flexibilidad para una adaptación con respeto de lo propio y lo ajeno.

En relación con lo expuesto hasta ahora, podríamos plantear que determinadas habilidades socioemocionales, en la medida que se desarrollen durante toda la vida, aseguran un mejor crecimiento personal y una sana vinculación. En general, a estas habilidades se las agrupa en la categoría interpersonal, pero ciertamente son parte de un todo. Asegurar la continua exposición a su desarrollo, desde una acción deliberada, analizada y reflexiva, nos vuelve competentes en estos aspectos que, por cierto, no son poco importantes para nuestra vida. Pues, en este marco de desarrollo mencionaremos algunas de las habilidades interpersonales que se ajustan a la dirección del planteo, las cuales son tomadas del trabajo que la Secretaría de Educación Pública de México y pnud realizaron en el contexto de un programa educativo llamado Innovando en Educación Media Superior: Cómo implementar el Programa Construye T y contribuir a mejorar los aprendizajes (2015) que, como se anticipó, acompaña la perspectiva de este artículo y, por lo tanto, se nombra en varias oportunidades.

Previamente, seleccionamos y sintetizamos ciertas características a desarrollar a lo largo de todo el proceso educativo, que enmarcan la propuesta de la construcción de la ciudadanía atendiendo a lo socioemocional y se relacionan las competencias y habilidades que los docentes debemos tener presentes.

› Trabajar sobre uno mismo y con los demás para ser capaz de empatizar, para entender al otro, interpretando, compartiendo, respondiendo, a la situación personal, pero, a su vez, atendiendo el contexto.

› Encontrar valor en lo diverso, actuar a favor de la democratización de la vida social y la preservación del ambiente, en defensa y como compromiso con la existencia del ser humano.

› Atender lo que tiene que ver con potenciar el relacionamiento de las personas, para interactuar de forma eficaz con otros. Negociar, hacer valer sus ideas, comunicar, proponer, etc.

Ser responsable, crítico, tanto en los modos de pensar como con actitudes que afecten la convivencia o la sensibilidad de los que interactúan, defender y respetar las ideas que se valoran como buenas y positivas a nivel social. Lograr transcurrir en el marco normativo para el trato social, resultado de síntesis históricas, luchas y conquistas.

› Actuar colaborativa y cooperativamente, ya que hacerlo juntos requiere organizarse y coordinar en grupo, con dirección hacia una construcción (proyecto) compartida a sabiendas de que lo que se alcanza entre todos tiene una mayor distribución de beneficios.

Como plantean la Secretaría de Educación Pública de México y pnud, es fácil imaginar en cuantas situaciones escolares podemos atender los aspectos intrapersonales y cómo el desarrollo de estos también requiere de la existencia del otro, por ende, del trabajo con el otro.

En el programa realizado en México sobre el aprendizaje socioemocional, relacionado con entender y manejar las emociones propias, desarrollando aquellas capacidades que nos permiten favorecer nuestra vida, se plantean 18 habilidades que en su expresión acompañan todos los aspectos posibles a atender. Estas se agrupan en una tabla y la llaman Construye T (sep y pnud, 2015, p. 4). Las presentan de esta manera, en una síntesis interesante que además de mostrar los aspectos a atender en el aula permite que se puedan leer fácilmente, y nos dan una posibilidad para tener en cuenta al planificar casi cualquier trabajo con el grupo.

La escuela en relación con el tema

Es difícil trabajar el tema desde una perspectiva educativa, significativa, relevante y constructiva basándose en métodos tradicionales, porque no emergen naturalmente en estos esquemas y estructuras de pensamiento propios de una época, donde se tendía de manera persuasiva a la homogeneidad, se premiaba la individualidad, asentados en ideas meritocráticas del capitalismo.

Existe aún hoy poco lugar al conflicto como posibilidad de cambio, de construcción, de crecimiento, y se pondera la docilidad, el respeto a la jerarquía y la autoridad, así como se sobrevalora la racionalización sobre lo emocional-afectivo, que aunque con una división ficticia siguen siendo parte en la actualidad de lo aceptado y esperable como bueno en el juicio de conducta en muchas de nuestras escuelas.

Así, pues, para pensar el trabajo sistemático, aplicado y transversal, se necesita entender la educación como un proceso en el que el desarrollo y el crecimiento de las capacidades intelectuales son continuas, constantes y para toda la vida. Además, estos aspectos socioemocionales se manifiestan en la relación con el otro, por lo tanto, se requiere una intensa exposición para estar e interactuar siempre con otros.

Como ya se ha dicho, la escuela es un lugar perfecto para el desempeño de esta función, ya que se está en un ambiente de bajo riesgo, con adultos formados para ayudar a un desarrollo beneficioso del niño y en intercambio con sus pares, esos compañeros que posiblemente sean más tolerantes a la diversidad y a las equivocaciones. En este aspecto y en muchos más es que la escuela merece un lugar altamente relevante para construir ciudadanía, con ciudadanos más sanos, conscientes y activos en su desarrollo personal y social.

Para esto, cabe destacar que el trabajo en el aula requiere la atención en varios planos a la vez. Según Siede, deben tener lugar los contenidos, pero también las acciones.

Siguiendo el planteo del autor, para desarrollar actividades sobre estos contenidos existen dos posturas. Por un lado, tenemos los que apoyan «declarar los saberes» (Siede, 2007, p. 229), dado que esto, según estas ideas pedagógicas, asegura la autonomía intelectual del ciudadano y le da herramientas para pensar. Entonces, por ejemplo, significaría poder decir qué es ser diferente, conocer los derechos de los humanos, entender el respeto por el pensamiento del otro y exigir estar en iguales condiciones con los demás, más allá de mi situación particular. El contrapunto de esto pondera el trabajo sobre las actitudes, para que ejerzan activamente y actúen con base en estos aspectos.

El riesgo, en este caso, es que la educación sentimental,
la inducción de pautas de comportamiento, y la transmisión
de pautas valorativas, cercenen la autonomía del sujeto ...
y lo transformen en un buen ejecutor de criterios moldeados
en otro sitio (Siede, 2007, p. 229).

Como síntesis de estas dos posturas, como se puede observar en el planteo del mismo Siede, se deben atender ambas, y esto parece ser la alternativa más sensata a la hora de armar a nuestros niños y jóvenes para la vida, porque estas dimensiones de trabajo tienen sus beneficios considerables.

Que un niño, entonces, pueda saberse con derechos, pero que pueda reivindicarlos y cumplirlos responsablemente en el desarrollo de la vida cotidiana ajustando y mejorando cada vez que se le plantee una oportunidad real, es un beneficio para él y para todos. Ser solidario, democrático, justo, empático y respetar y respetarse es un trabajo sobre uno mismo para toda la vida que lamentablemente no todos los adultos pudieron desarrollar plenamente. Por lo tanto, subrayamos la idea de que el trabajo sistemático y planificado, en esta dimensión del desarrollo, asegura un poco más que se transite en esta dirección.

Interpelando lo no dicho, lo dicho y su relación con nuestra educación
Es difícil tener presente esta nueva perspectiva en el trabajo. La tradición de la educación, como ya se ha planteado, tiene mucho que ver con una visión meritocrática, individualista y competitiva, donde el aprendizaje se relaciona con lo declarativo y la equivocación se percibe como algo malo, al mismo tiempo que se valora el producto y, por lo tanto, todos esos aprendizajes que nunca terminan, que son procesos continuos, no encuentran un lugar cómodo en estas lógicas. A veces, se perciben como pérdida de tiempo. Otras veces, se malinterpretan como pertenecientes al plano privado de la vida del niño o están subestimados en lo que afecta al desarrollo del ser humano. Incluso se infantilizan, se adornan de fantasía y se trabajan de manera superficial.

Si bien es verdad que en el desarrollo de determinadas habilidades socioemocionales entran en juego ideologías, valores y principios que son conflictivos y se encuentran en pugna en el espacio social de las ideas, no es verdadero que no trabajarlos implique neutralidad. Es de extrema importancia que se atiendan durante todo el ciclo educativo, desde su análisis hasta su ejecución, y ambas acciones deben presentarse en el ámbito en el que se aprende.

Es imprescindible que se presenten, además, ponderando los principios de la sociedad en su conjunto, considerarlos importantes más allá de lo individual, pero permitiendo como parte del proceso toda expresión subjetiva e individual de dicha construcción. En este sentido, la Carta de las Naciones Unidas declara:

Nosotros los pueblos de las Naciones Unidas
resueltos a preservar a las generaciones
venideras del flagelo de la guerra, ... a reafirmar
la fe en los derechos fundamentales
del hombre, en la dignidad y el valor de la
persona humana, ... y con tales finalidades
a practicar la tolerancia y a convivir en paz
como buenos vecinos (onu, 1945).

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Agradecimientos
A Alejandra Rodríguez, por sus significativos aportes.

Referencias bibliográficas
Herrera, S. (2014). Democracia cómo forma de vida.
http://www2.uca.edu.sv/publica/eca/594com1.html

Secretaría de educación pública de México y pnud
(2015-2016). Innovando en Educación Media Superior:
Cómo implementar el Programa Construye T y contribuir a mejorar los aprendizajes. Primera Capacitación Virtual de Tutores, Docentes y Directores 2015-2016. Secretaría de Educación Pública de
México.

Siede, I. (2007). Ciudadanía para armar. Aportes para la
formación Ética y Política. Aique.

UNICEF (2015). UNICEF en Uruguay 2015. http://bibliotecaunicef.uy/doc_num.php?explnum_id=151

UNICEF Montevideo (1999). Convención sobre los derechos
del niño, 20 de noviembre de 1999. 10° aniversario
de la convención sobre los derechos del niño.

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