¿Qué escuchás en el aula?

¿Qué escuchás en el aula?

¿Qué escuchás en el aula?

En este artículo pretendemos ayudarte a tomar conciencia de cómo el sonido afecta a la vida diaria y  cómo aprender a identificar un ambiente sonoro saludable y aprender a escuchar a los demás es muy importante.

Por eso te proponemos que dediques un momento en la institución educativa a cerrar los ojos y escuchar el paisaje sonoro que te rodea. Asimismo, te invitamos a identificar tus habilidades de escucha hacia los demás.

  1. Murray Schafer es el fundador The World Soundscape Project (WSP), un proyecto a nivel mundial, cuya finalidad es registrar los ambientes sonoros actuales que están cambiando a un ritmo acelerado como consecuencia de la contaminación acústica.

Schafer define el concepto de paisaje sonoro y explica cómo podemos distinguir y estudiar el universo sonoro que nos rodea.

En sus palabras «un paisaje sonoro consiste en eventos escuchados y no en objetos vistos». Explica que es básicamente un ambiente sonoro y puede referirse a entornos naturales o urbanos reales, o a construcciones abstractas (composiciones musicales, montajes analógicos o digitales que se presentan como tales).

¿Ya te detuviste a hacer un registro de tu paisaje sonoro?

Este es un ejercicio que podés realizar en la institución para proponer medidas que lo limpien y así poder enseñar e intercambiar con los alumnos en un ambiente más saludable.

También podés proponerles a los estudiantes realizar un registro del ambiente sonoro, como una actividad en el aula, que cierren los ojos y dediquen unos minutos a escuchar cada elemento del ambiente, para luego realizar un registrar por escrito. Al final, entre todos, pueden buscar la forma de limpiarlo y cuidarlo.

Para que puedan identificar el paisaje y registrarlo, te dejamos los tres elementos principales que lo componen, distinguidos por R. Murray Schafer:

  • Tonalidad:
    • En el caso de que sea un paisaje abstracto, este es el término musical que identifica la tonalidad de la pieza aunque no es siempre audible. Estos sonidos son los que marcan el temperamento de las personas, sea oyéndolos rara vez consciente o por lo general inconscientemente.
    • Los sonidos de fondo, que desde el inicio son creados por la naturaleza, según la geografía y el clima, son: el sonido del viento, del agua, de los animales, etcétera; y en áreas urbanas es constituido por sonidos como: el tránsito de los automóviles, las instalaciones eléctricas, el tránsito aéreo, etcétera.
  • Las Señales sonoras
    • Son los sonidos que se encuentran en el primer plano. Estos son aquellos que oímos esporádica y conscientemente, por ejemplo: las sirenas de las patrullas de policía o las ambulancias, los cláxones de los automóviles, el sonido de las campanas, etcétera.
  • Marcas sonoras
    • Son los sonidos característicos de un área en específico; aquellos que adquieren un valor simbólico y afectivo. Schafer escribió en su libro que estas se deben proteger pues constituyen las huellas sonoras, que hacen única a la vida acústica de cada lugar.

Quizá para identificar cada elemento, se pueden tomar tres momentos distintos de registro. Este ejercicio, se puede realizar de distintas maneras y con ambientes sonoros abstractos y reales.

¿Cómo son tus habilidades de escucha hacia los demás?

Sin duda, hay habilidades sociales que debemos entrenar y una de ellas es escuchar a los demás. A través de ejercicios en el aula podés ayudar a tus alumnos a trabajar esta habilidad y así también revisar tus propias habilidades como docente.

Lo primero es identificar cuáles son los hábitos de no escucha en una charla o intercambio con otro, para eso pueden hacerse preguntas como:

  • ¿Cuántas veces he interrumpido?
  • ¿Realmente soy capaz de resumir lo que me ha dicho y cómo me lo ha dicho la persona que me habla?
  • ¿Cuántas veces utilizo la frase «yo o a mí»? Por ejemplo, cuando un compañero o compañera nos comenta las dificultades que ha tenido al realizar una presentación en clase o un ejercicio y en este momento interrumpimos y decimos: «A mí lo que más me cuesta…» Hemos llevado la conversación a nuestro terreno y no le hemos dejado al otro que cuente su experiencia.
  • ¿Con qué frecuencia juzgamos lo que dice la persona que está hablando?
  • ¿Con cuánta frecuencia debatimos o damos nuestra opinión en vez escuchar?
  • ¿Escucho a las personas haciendo otra cosa al mismo tiempo? Por ejemplo mirando el celular o la computadora.
  • ¿Sé cómo se está sintiendo el otro con mi comunicación?
  • ¿Escucho también con los ojos observando su comunicación no verbal?

Eventualmente, no somos buenos escuchando, pero sí lo somos identificando cuando alguien no nos escucha. Hemos adquirido el hábito de oír, pero el de escuchar requiere un nivel mucho más profundo. La primera clave, es tomar consciencia de este hecho y de los beneficios que vamos a conseguir, si nos entrenamos en ser buenos escuchadores.

Si sabemos dónde están nuestros comportamientos anti-escucha, seremos capaces de corregirlos. Nuestra sugerencia es empezar paso a paso, podés comenzar escuchando atentamente, sin mirar el celular, sin hacer ninguna otra cosa. Podés seguir limitando tus interrupciones. Llegará el momento en que seas capaz de controlar ese impulso que todos tenemos de hablar antes de que el otro termine.

Contanos: ¿qué te parecieron estas propuestas? Y ¿cómo las aplicaste en la institución educativa?

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