Reflexionar como parte de la tarea de enseñar

Reflexionar como parte de la tarea de enseñar

Artículo Reflexionar como parte de la tarea de enseñar, escrito por Delia Azzerbonni para la Revista Didáctica Inicial n.º 32.

Reflexionar como parte de la tarea de enseñar

¿Qué significa reflexionar?

En el diccionario de sinónimos y antónimos de Espasa Calpe, de 2005, leemos: Reflexionar: meditar, cavilar, calcular, considerar, deliberar, discurrir, especular, observar, pensar, razonar, abstraer, recapacitar, imaginar, mirarse, pensar, profundizar, repensar, sumergirse…

Colegas, estimados lectores y lectoras, les propongo un ejercicio mental. ¿Con qué frecuencia llevan a cabo alguna de estas operaciones de pensamiento? ¿Por qué despliegan esas capacidades? ¿Para qué poner en juego esas competencias?

Seguramente las respuestas serán bien diversas.

Si seguimos ampliando el concepto de reflexión, podría decir que la reflexión implica buscar información interesadamente, examinarla, analizarla, investigar sus razones y fundamentos; la reflexión genera amplitud de pensamientos, creencias, saberes, dando lugar a nuevas prácticas, nuevas perspectivas, remix de saberes previos. ¿Alguna de vuestras respuestas se vincularon con esta frase?

Por cierto encontrarán que tiene íntima relación con el «curiosear», pero va más allá de él, como se puede apreciar en la frase anterior. En el campo profesional docente, la reflexión es un condimento esencial para la profesionalización.

Las preguntas que nos genera

La reflexión parte de la curiosidad para comprender los propios desempeños. Se toman diversos elementos que importan, interesan, conmueven, y que estimulen a la interrogación y la búsqueda de respuestas de manera más o menos ordenada, secuenciada y continua para que se conviertan en objeto de la reflexión.

¿Qué aspectos de la curiosidad investigativa llevan al educador a investigar para comprender más en profundidad y mejorar su práctica?

¿Qué lo preocupa?

¿Qué lo conmueve?

¿Qué ve más oscuro o confuso como para convertirlo en objeto de indagación y reflexión?

¿Qué ve como más prometedor de sus haceres y desea ampliar y fortalecer para provocar experiencias en sus alumnos?

¿Cuáles son sus hipótesis?

¿Cuáles pueden ser alternativas de transformación, innovación y reformulación? ¿Qué ideas se le ocurren?

¿Y cuáles son sus conclusiones?

Seguramente nuestros lectores advertirán que ya voy esbozando la íntima relación entre curiosidad-reflexión-creatividad… Pero no todo es cognitivo, es relevante apreciar el valor de las actitudes en el proceso reflexivo. Disposición para pensar, compromiso y atrevimiento para «mirarse» y «verse» en su propio desempeño
y deseo para seguir descubriendo qué y cómo enriquecer sus «pensares, sentires y haceres » con sus estudiantes.

Deseo compartir el pensamiento de Kemmis acerca de la reflexión:

La reflexión es un proceso de transformación de determinado material primitivo de nuestra experiencia […] en determinados productos […], una transformación afectada por nuestra concreta tarea […] utilizando  determinados medios de producción (1985: 148).

La reflexión como parte de la formación continua

Los educadores saben que su formación inicial no es suficiente para ser un profesional que haga propuestas enriquecedoras, curiosas, que provoquen experiencia en sus estudiantes. La reflexión es sustancial a su práctica.

Las consecuencias de adoptar como natural la reflexión de la práctica son: el educador construye de manera creativa su práctica, no es un reproductor de lo que dicen los teóricos ni lo que se plantea en los diseños curriculares. Da cuenta de un fuerte compromiso con la investigación y la metacognición, y la autorreflexión interesada y crítica.

La reflexión no es neutra, siempre se enmarca en un determinado contexto político, económico, social, cultural y, consecuentemente, en función de determinados paradigmas de la época, lleva a cabo el proceso reflexivo.

La reflexión y lo disruptivo: las propuestas de los educadores

Lo disruptivo es aquello que produce una ruptura brusca, un cambio muy relevante.

La expresión en sus inicios se utilizó particularmente en relación con la tecnología. Pero actualmente se adoptó en el lenguaje cotidiano para referirse a todo lo que irrumpe para producir algo que provoque una innovación. En educación, remite a lo disruptivo como aquello que provoque un cambio respecto de lo tradicional, lo rutinario, lo estereotipado. Y que marque transformaciones estructurales. Destaca lo nuevo, lo diferente, el movimiento hacia lo provocador y significativo para educadores y estudiantes.

De todos modos, hemos de reconocer que, correrse de lo «que viene siendo», de lo conocido, no se produce abruptamente, dejando atrás lo conocido, lo habitual. Los educadores que adhieren a una educación disruptiva lo hacen, siempre, en función de su trayectoria profesional, en relación con el campo en que están insertos y desde la identidad institucional. Siempre, de todas maneras, lo disruptivo se debe entender desde las continuidades en las tradiciones pedagógicas.

De este modo, se puede vincular disruptivo con divergencia. ¿Qué significa divergencia? El diccionario expresa: movimiento por el que dos cosas se van apartando o separando progresivamente; es lo contrario a convergencia. También expresa: discrepancia, diversidad de opiniones; es semejante a desacuerdo.

En otras palabras la divergencia se relaciona con ideas alternativas, que se alejan de lo común, lo recurrente, lo frecuente. El pensamiento divergente pone en juego la habilidad de generar múltiples y variadas ideas, establecer relaciones que no muchos harían sobre un determinado concepto, objeto, planteo, creencia, enfoque. La convencionalidad se aleja del pensamiento disruptivo.

La divergencia conduce a aplicar estrategias variadas frente a una situación, y también genera la posibilidad de plantear alternativas múltiples al abordar problemas, así como a encarar dificultades de manera que pocos así lo hacen.

Esta caracterización da cuenta de un pensamiento que trata de ver las situaciones desde una perspectiva diferente de lo frecuente, o de una manera en que la mayoría de las personas aún no las interpretan. El pensamiento divergente expresa audacia, exploración y experimentación apasionada, pensamiento que se muestra propicio a abandonar creencias, representaciones y definiciones ya instaladas.

En tanto se liberan de ciertos supuestos, las personas que formulan pensamientos divergentes pueden producir nuevas y variadas conexiones que darían como resultado propuestas, perspectivas, modos de hacer diferentes y renovadores. Expresan originalidad.

Pero así como destacamos el valor de lo disruptivo, de lo divergente, hemos de recuperar el valor de lo convergente; la convergencia completa el proceso facilitando la integración de ideas y la originalidad en relación con lo precedente.

Los educadores cuyo pensamiento acepta y hace uso de ideas disruptivas, divergentes, formulan propuestas a sus estudiantes que tienen en consideración lo nuevo, lo diferente, aquello que provoca interés, entusiasmo, curiosidad.

Curiosidad, reflexión y disrupción en las prácticas educativas

La curiosidad promueve el pensamiento divergente; la reflexión curiosa necesita entramar al pensamiento disruptivo. La reflexión se profundiza y extiende en espacios compartidos y se aprende a percibir lo que de otro modo sería inviable.

La reflexión profesionaliza; la reflexión colaborativa genera cambios en las instituciones; la reflexión desde una curiosidad activa conlleva la creación de una comunidad de aprendizaje y de prácticas que mueven hacia la mejora institucional.

Desde lo disruptivo, la curiosidad y la reflexión, estudiantes, educadores, directivos, supervisores, colaboradores de las instituciones aprenden y comparten saberes que generan procesos subjetivantes para que cada uno, como sujetos autónomos, quienes pueden incluirse de mejor manera en la compleja e incierta sociedad actual.

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Bibliografía

  • Red Internacional de Escuelas Creativas (RIEC) (s/d). Gobierno de Singapur. Internet.
  • Rivas, A. (2017) Cambio e innovación educativa: las cuestiones cruciales. Documento básico, XII Foro Latinoamericano de Educación. Buenos Aires: Santillana.
  • Robinson, K. y L. Aronica (2015). Escuelas creativas: La revolución que está transformando la educación. Buenos Aires: Grijalbo.
  • Romo Santos, M. (1987). «Treinta y cinco años de pensamiento divergente: teoría de la creatividad de Guilford». En Revista Estudios de Psicología n.° 27-28, 175-192. Universidad Autónoma de Madrid. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/ articulo?codigo=65974>.
  • Torre, S. de la; C. Oliver C y M. L. Sevillano (2008). Estrategias didácticas en el aula. Madrid: UNED.
  • Vygotsky, L. S. (2003). Imaginación y creación en la edad infantil. Buenos Aires: Nuestra América Editorial.

DELIA AZZERBONNI
Profesora de educación inicial y licenciada en Psicología (UBA). Fue rectora del profesorado de educación inicial del instituto ISPEI Sarah C. de Eccleston y  directora de educación inicial de la misma ciudad.

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