Gestión de los espacios educativos como estrategia de enseñanza en el Nivel Inicial

Gestión de los espacios educativos como estrategia de enseñanza en el Nivel Inicial

El siguiente texto es parte del artículo: Gestión de los espacios educativos como estrategia de enseñanza en el Nivel Inicial, se encuentra en la revista Didáctica inicial nº39. De los autores Mauricio Rodríguez y María Olivera.

A partir de varias experiencias en ámbito de la educación en la primera infancia, se observa que la mayoría de las actividades propuestas por los docentes son realizadas dentro del salón de clases y escasas veces fuera de este. Tal es así que surgen varias interrogantes:

  • ¿Por qué los docentes privilegian el uso del salón de clases con respecto a los demás espacios del centro educativo?
  • ¿Por qué no incluyen en su planificación actividades en los diferentes espacios escolares?
  • ¿De qué manera se pueden incluir?
  • ¿Se optimiza la enseñanza utilizando otros espacios en la institución educativa? ¿Cuáles son las actitudes y conductas de los alumnos y alumnas al cambiar de espacios?

Los espacios como oportunidades

Se cree que incluir todos los espacios educativos de una institución como estrategia en el proceso de enseñanza de los niños ofrece nuevas oportunidades de interacción y aprendizaje, y desafía al docente a pensar sobre las posibilidades de esos otros espacios en el desarrollo de las actividades que planifica para sus estudiantes.

Penélope Coronado en su artículo: «Los niños necesitan contacto con la naturaleza» hace suyas las palabras de la pedagoga italiana María Montessori y expresa: «Ninguna descripción, ninguna ilustración de cualquier libro, puede sustituir a la contemplación de los árboles reales y toda la vida que lo rodea en un ambiente real» (Revista digital Naturarla, s/f .).

La pedagoga Juliet Robertson, expresa que:

El aprendizaje fuera del salón de clases, es un término «paraguas» que abarca cualquier experiencia de aprendizaje que tiene lugar fuera del aula, ya sea actividades de aventura, educación medioambiental, actividades por equipo, una salida didáctica o un juego en el patio del colegio. En definitiva, este aprendizaje busca sacar el máximo partido de cualquier lugar o espacio fuera de las cuatros paredes del aula tradicional (2017, p. 14).

Los docentes deberían pensar que fuera del salón de clases, existen muchos espacios que pueden ayudar a sus alumnos a adquirir conocimientos, es vital en el proceso educativo que cada rincón de la institución sea un lugar nuevo para aprender. Algunos de estos espacios pueden ser: huertos escolares, el patio, los pasillos, las bibliotecas, las zonas verdes, la cocina, entre otros.

Para posibilitar un aprendizaje integral, es necesario incluir en las distintas planificaciones la gran variedad de espacios educativos, más allá del salón de clases, ya que ofrecen un sin fin de alternativas, experiencias y sensaciones que son imprescindibles e importantes para su desarrollo.

Dentro de los múltiples aspectos relevantes que se consideran al momento de pensar una educación fuera del salón de clases, se puede nombrar el contacto con la naturaleza real y la conexión e integración de contenidos de todas las asignaturas con temas o cuestiones del mundo cultural y social.

El ejercer la docencia fuera de los límites de salón de clases despierta todos los sentidos, de modo que los niños adquieren una comprensión y una experiencia muy vasta de todos los temas concernientes a su educación. También se establece un aumento de la capacidad de asombro, es allí cuando se confirma que se está produciendo una conexión entre la enseñanza y los aprendizajes.

El Marco Curricular para la atención y educación de niñas y niños uruguayos desde el nacimiento a los seis años (CCEPI, 2014) hace referencia a que la educación en esta etapa es gestionada por los adultos, quienes: «pueden organizar intencionalmente el espacio, seleccionando y distribuyendo de determinada manera los elementos que lo componen, favoreciendo el desarrollo y potenciando el aprendizaje, garantizando el bienestar integral de niños y niñas» (2014, p. 48).

Es necesario que los docentes transformen todos los espacios de una institución de Nivel Inicial para que se gestionen de manera colectiva y así se puedan plasmar los distintos propósitos de cada área de enseñanza. Para ello, los espacios internos y externos de la institución brindan posibilidades para promover distintas instancias de alfabetización, entendida como una formación integral. Se busca la promoción de una institución, en clave de juego, de música, de disfrute, que estimule, que permita sensaciones múltiples y sobre todo que vaya en contra de la pasividad de los niños. También se busca que promueva la cooperación y el encuentro con otros facilitando el uso generoso de los espacios, promoviendo que los niños se muevan en lugares que los alojen de manera autónoma y segura.

Karin Richter y Silvia Rebagliati, explican que: «Es sabido que las infancias que se educan en ambientes donde hay apertura, libertad, exploración y juego son distintas a las que se educan creyendo que las cosas son de una sola manera» (DGCyE, Argentina, 2021).

Por su parte Otálora, manifiesta que: «Los espacios educativos significativos son ambientes de aprendizaje que favorecen no solo la adquisición de múltiples ‘saberes’, sino que fortalecen las competencias afectivas, sociales y cognitivas necesarias para enfrentar de manera creativa las demandas crecientes del entorno durante los primeros años de vida (Otálora, 2010 cit. en Reladei, 2014, p. 25).

Incidencia de los espacios escolares internos y externos en la adquisición de aprendizajes

El espacio escolar se puede considerar como el lugar físico y ambiental donde se producen los procesos de enseñanza de los niños de Nivel Inicial Esto, a su vez, contribuye al desarrollo integral, tomando en cuenta la dimensión cognitiva, social y motriz del niño.

La construcción del espacio escolar de cada centro educativo está reglado por diferentes factores que suponen una contextualización a las necesidades de los niños. Desde un punto de vista integral, es un lugar para compartir con todas las personas que interactúan en él con el fin de alcanzar el máximo desarrollo.

El espacio educa y proyecta el desarrollo y el aprendizaje de los niños, para eso es muy importante considerar las características de este: entre ellas podemos encontrar su ubicación dentro de la institución escolar, sus dimensiones, posibilidades de interacción.

Un conjunto de características que irán transformándose de acuerdo con el nivel de desarrollo de los niños. Estos espacios deben invitar y estimular el descubrimiento, el desarrollo del pensamiento y la exploración.

Para Malaguzzi: «la organización del espacio tiene implicaciones afectivas, sociales y cognitivas, en el sentido que este promueve la acción y favorece intercambios» (citado por Hoyuelos, 2006, p. 106).

Los espacios deben posibilitar lugares de encuentro a los niños y niñas, que generen sentimientos de seguridad y pertenencia hacia la institución. Es también necesario que este fomente la curiosidad, la búsqueda y la experimentación como práctica de conocimiento desde todas sus áreas.

La organización del espacio es portadora de todos los elementos delimitadores del espacio físico, equipamiento y material didácticos disponibles en cada uno de estos.

Es necesario determinar que en la etapa de educación inicial es de total trascendencia la composición de espacios estructurados que le proporcionen una referencia al niño o niña y espacios no delimitados que posibiliten la multivariedad de acciones.

Loris Malaguzzi (1963) plantea que en el proceso de enseñanza de los niños de Nivel Inicial hay tres maestros, el primero es la comunidad educativa, el segundo es el docente y el tercero es el espacio. Este espacio debe estar tematizado y preparado para que invite a la experimentación, la comunicación y el aprendizaje.

Los espacios escolares, en los que todos los días se reciben a los niños para trabajar, son parte importante de una propuesta de enseñanza. Los hay ideales y los hay casi imposibles, los hay abundantes, los hay desprovistos. Sean cuales fueren sus características, son los lugares en los que los niños aprenden y en los que los maestros enseñan.

Hacer de ellos espacios potentes, interesantes y bellos es parte de la responsabilidad en la tarea de enseñar y de brindar a todos los niños que asisten al Nivel Inicial oportunidades educativas ricas, desafiantes, acordes a sus derechos.

Espacio y ambiente interrelacionados para promover situaciones de enseñanza

Iglesias (1996) define al ambiente como:

el conjunto del espacio físico y relaciones que se establecen en él (afectos, relaciones interpersonales entre niños, adultos e institución). Un todo indisociado de objetos, olores, formas, colores, sonidos y personas que habitan y se relacionan en un determinado marco físico que lo contienen todo y al mismo tiempo es contenido por todos estos elementos que laten dentro de él (p. 52).

Existe una relación muy fuerte entre espacio y ambiente, en el que se considera al espacio como entorno físico, dentro de determinadas dimensiones, donde se encuentran todo tipo de materiales, mobiliarios, decoraciones, y objetos tangibles y visibles para todos los niños. Y cuando se hace referencia al ambiente, este hace alusión a todo tipo de relaciones que se dan en esos espacios físicos, lo invisible y lo intangible, los vínculos: niño-niña, niño con el adulto y niño con la institución.

Según Iglesias (1996): «El ambiente “habla” y nos transmite sensaciones, nos evoca recuerdos, nos da seguridad o nos inquieta, pero nunca nos deja indiferente» (p. 49). Cuando situamos a los ambientes de aprendizaje dentro de un contexto escolar, podemos determinar en él, cuatro dimensiones bien diferenciadas una de otra. Estas refieren a la dimensión física, la dimensión funcional, la dimensión temporal y la dimensión relacional.

La primera hace referencia a toda característica material presente en el ambiente, en ella se incluyen todos los espacios que componen el centro educativo, sus materiales y mobiliario y esto determina la organización que se realiza con ellos. La dimensión funcional establece el uso que se le dan a los distintos espacios, para qué se los emplea, si el niño los utiliza bajo su completa autonomía o bajo la guía del docente y en qué condiciones se encuentran estos espacios.

La dimensión temporal refiere al tiempo, al cómo y cuándo se utilizan estos espacios, vale especificar aquí que esto depende del tipo de actividad que se desarrolle en ese espacio y la organización de este, por lo tanto, se torna determinante en la ejecución de las tareas.

Y por último, hacemos alusión a lo relacional, al que compete, como su nombre lo determina, a identificar las relaciones que se suceden dentro de esos determinados ambientes, quiénes lo utilizan, de qué manera, bajo qué tipo de organización y cómo es la actitud del educador en cada una de las actividades desarrolladas en este espacio. Es así que la finalidad de la creación de un ambiente de aprendizaje es promover que los niños y las niñas sean protagonistas de su propio proceso de aprendizaje, un ambiente que sea estimulador, creativo y participativo donde los niños actúen pero también reflexionen sobre su propia acción desde un posición activa y competente y que posibilite la comunicación y el encuentro con las persona que lo habitan.

El ambiente debe brindar al niño la oportunidad de aprender nuevos conocimientos, plantearse nuevos retos, descubrir, crear, innovar y pensar.

(...)

El artículo completo lo puedes encontrar en la revista Didáctica Inicial nº 39.

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Mauricio Rodríguez y María Olivera

Asistentes técnicos en primera infancia y docentes de Nivel Inicial Son nativos y residentes en el departamento de Paysandú, Uruguay. Actualmente se desempeñan como asistentes técnicos en un jardín público del departamento de Paysandú.

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